Me parece importante el hacer una revisión a la construcción de lo que ahora conocemos como México, pues la elaboración de distintos símbolos, que hicieron en algún tiempo que los pobladores de este país se sintieran identificados, no fue una labor fácil ni que se llevara a cabo en un corto lapso, pues fue necesario que transcurriera un considerable número de años para que se afianzara una nacionalidad y amor a la Patria. Para poder lograr la consolidación de este pensamiento nacionalista, fue necesaria la creación de diferentes personajes que llegarían a ser vistos como los grandes héroes patrióticos, las grandes figuras nacionales que nos dan un nombre que gritar cada madrugada del 15 de septiembre.
La creación de este tipo de discursos siempre va ligada a la necesidad política del momento. Uno de los personajes (entre los muchos que hay en la historia de México), que se vio afectado por la mirada y el escrutinio de los diversos gobiernos liberales, fue Miramón, pues a la par que se creaba esta historia de los valerosos políticos liberales a los que se les recuerda como creadores y defensores de la nación mexicana, el mencionado personaje jamás es nombrado en esta historia oficial que nos contaron desde que éramos pequeños, debido a que pertenecía al bando conservador, y que tanto nos han repetido eran unos traidores a la Patria. “Las causas por las cuales un régimen considera su presencia como indigna en la historia patria, o bien, se puede simplemente ignorarlo”[1]. Motivo de esto, son también las formas en que se van argumentando y justificando este tipo de personajes, pues una de las características necesarias para ingresar al selecto grupo de héroes patrios era el haber muerto. Y no sólo haber muerto, sino también haber contado con los valores propios del patriotismo: estar dispuesto a sacrificarse por su país.
Claro ejemplo de esto es la narración que nos llega de la muerte de Agustín, uno de nuestros tantos niños héroes, pues después de haber sido acribillado y perder una pierna, muere de la siguiente forma: “…murió después de que le fuera amputada la pierna acribillada a tiros. Se dice que expiró sonriente. Es que debió tener conciencia de haber cumplido con su deber con la Patria hasta el último momento de su vida ejemplar”’[2]. Aquí se nos muestra claramente el “deber” que cada mexicano adquiere hacia con su país. Deber que se vio reforzado y que justificaba de cierta manera el actuar político priista y que no hace poco se vio desprotegido cuando “el jefe supremo de nuestras fuerzas armadas” invitó y se dejó manejar por un personaje sin ninguna autoridad aún. Personajes que pareciera fueron sacados del más grotesco capítulo Simpsoniano. Visita que causó enojo e indignación dentro de la mayoría de la población mexicana, incluso aquellos que son férreos defensores de la pequeñísima figura que representa el mandatario.
Considero que este tipo de construcciones sobre lo que significa ser patriota o servir a la nación van cambiando según en el contexto en el que se examinen, se puede decir que es posible ser patriota en diferentes épocas. Además de que estas formas de difusión del discurso se van transformando. A mi consideración, creo que no existe esta identidad política con una figura heroica, por lo cual se ha tenido que recurrir en muchas ocasiones a elementos de la cultura popular (acabamos de ser testigos del revuelo que causó la muerte de nuestro último divo).
A este discurso político de nacionalismo le ha hecho falta una renovación y se ha desgastado y perdido vigencia para la mayoría de la población. Este discurso, que en su momento funcionó y le dio cierta identidad a los mexicanos, ha ido perdiendo su peso, y aunque se han mantenido cierto tipo de “ritos”, los cuales hacen que el sentimiento patriótico perdure (como lo son las conmemoraciones cívicas), lo cierto es que la mayoría de las personas no sabe realmente lo que se conmemora, simplemente agradece el tener un día libre para festejar, festejo efímero que consiste en una gran borrachera nacional, eso si, con bandera en mano que ayuda a sentirse orgullosos de ser mexicanos, aunque ni ellos mismos sepan (sepamos) realmente lo que eso signifique.
Referencias
[1] Aleida García Aguirre Rajchenberg, Memoria e historia en los cumpleaños de la patria, en Bajo el Volcán, vol. 10, 16, 2011, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 17-36.
[2] La épica tragedia de Chapultepec, México, Ediciones de Campaña pro Civismo e historia, MCMLXV, p. 17, citado en Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, ¿Quién aventó a Juan Escutia?, en José A Ronzón/Saúl Jerónimo Romero (coord.), Formatos géneros y discursos, México, UAM, 2000.
[note]Hernández Silva Héctor Cuauhtémoc, ¿Quién aventó a Juan Escutia?, en José A Ronzón/Saúl Jerónimo Romero (coord.), Formatos géneros y discursos, México, UAM, 2000.
[/note][note]Rajchenberg S Aleida García Aguirre, Memoria e historia en los cumpleaños de la patria, en Bajo el Volcán, vol. 10, 16, 2011, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 17-36.
[/note][note]Vásquez Mantecón María del Carmen, Las reliquias y sus héroes en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm.30 Julio-diciembre 2005, México, UNAM, pp. 47-110.[/note]