Tres historias para (no) contar


When people talk, listen completely. Most people never listen.” Ernest Hemingway

Algunos dirán que más que historias son infortunios disfrazados. Y en un descuido, tendrán razón.

LA FALSA MODESTIA

Mi primer trabajo fue en 2010 como maestro de inglés en una escuela. Como entré a finales del ciclo anterior, en mis primeros días –antes de que empezara yo a dar clases– pude ver el último día de clases de secundaria. Motivado por la experiencia de trabajar en una escuela, es decir, sesgado por la ingenuidad del recién licenciado, escribí en mi blog –en inglés por supuesto– sobre lo desolador que me había parecido dicho evento.

Ya no recuerdo exactamente lo que escribí, pero lo que sí recuerdo es que los alumnos destruían sus cuadernos y libros, abrazándose entre el protocolo, la nostalgia, y una sensación de libertad con la que todos los que asistimos a la escuela alguna vez nos podemos identificar.

Se tomaban fotos, y entre el ajetreo, rápidamente advertí la falsa modestia (¿resignación?) institucional. Maestros y directivos solapaban el caos como quien sabe que la historia se seguirá repitiendo y el orden, que ahora falso desorden, no cambiará.

A mi parecer, el episodio denotaba una sólida paradoja institucional: educar para (no) liberar. Aquí se me perdonará el burdo uso de ambos conceptos, pero a lo que voy es que volvía, como tantas generaciones atrás, a quedar claro que el tiempo/espacio que ven los padres, maestros, directivos e instituciones, aunque –supuestamente – el mismo, se percibe distinto por sus depositarios rumbo a un futuro mejor.

La diversidad enriquece y las instituciones, presumiblemente, pueden convertirse en espacios para intervenir nuestras realidades con mayor contundencia recurriendo a criterios que por diversos, más flexibles. Pero ¿hasta qué punto es ésa la forma de establecer criterios de una institución educativa?

Eso sin mencionar el lujo que representa en este país acceder y permanecer en la escuela. De acuerdo a un artículo de Nurit Martínez publicado en El Universal, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), cada uno de los 200 días del ciclo escolar, 5 mil 238 niños o jóvenes dejan de estudiar[1]. No cabe duda que en este país hay muchas cosas antes que buenas calificaciones para poder terminar un ciclo escolar.

Reitero: ¿son los alumnos –activos y potenciales– prioridad a la hora de establecer o ajustar criterios para su educación?

Por supuesto que las personas crecemos y –a veces– nuestro criterio va creciendo con nosotros. De modo que podamos aprovechar y contextualizar nuestras experiencias en el presente continuo. Es decir, que con todo y sus negligencias, las escuelas también son lugares entrañables donde nos encontramos con personas valiosas que nos siguen acompañando una vez que salimos. Y entre todos los que por una u otra razón dejan la escuela, siempre hay hombres y mujeres que destacan e inspiran. Quizás haya espacios donde la educación o el trabajo informales, por contexto más flexibles que sus contrapartes institucionales, sean las verdaderas puntas de lanza en el desarrollo. No hay absolutos.

Al decir “educar para (no) liberar” me refiero a la dinámica que propician los autoritarismos, donde el común denominador suele ser la simulación: todos estamos de acuerdo.

LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA

En marzo de 2015 publiqué un artículo titulado: Mural realista de laboratorio escolar  buscando desmenuzar la indignación que me había provocado este mural:

Mural lab ciencia

Este mural me indignó por el cinismo que denotaba (¿resignación profesional e institucional?). A muy grandes rasgos y sin ser maestro de ciencia a nivel primaria, me parece que las ciencias en general tienen mucho potencial práctico para trabajar con niños. Experiencias que vistas en retrospectiva podrían contextualizar los problemas y fórmulas a resolver en secundaria y preparatoria. De dicha indignación comparto:

La atracción es una fuerza invencible, la noche es del día como el invierno primavera, nunca descansa. Además, las proporciones son la imagen y semejanza de sus pesos, por lo que el imán representado en este mural está desproporcionado no sólo física, sino simbólicamente. ¿Qué dimensiones escolares sugiere este desplante? Por lo pronto, que la ciencia importa poco si no es que nada dentro de este laboratorio de física básica.[2]

LEER, ESCRIBIR Y FRACASAR

Las palabras son puertos. Entre lo que navegamos y decimos al volver, abismos se van abriendo.

Respecto a mi primera experiencia, la directora general que referenció a otros maestros que vieron el blogpost me llamó la atención: “la ropa sucia se lava en casa” me dijo. Recuerdo que en ningún momento mencioné el nombre de la escuela ni atribuí mis reflexiones a nadie más que a mi persona. De ahí que sospecho que nadie leyó lo que escribí, sino lo que no les gusta leer “fuera de casa”.

Dicha publicación superó las 100 vistas el día anterior a que mandaran llamar –un nuevo récord en mi blog de ese tiempo–, ningún maestro me comentó nada en persona. No les mentiré, se sintió bien.

Sobre la publicación del mural en cuestión no fui tan popular, ya trabajaba en otra escuela asistiendo a la coreógrafa durante el montaje con alumnos de preparatoria. Entrar al desafortunado laboratorio fue una casualidad: la directora de teatro –que venía desde la ciudad de México a revisar el montaje– les dio la oportunidad de volver a hacer casting extemporáneo a dos alumnos que competían por el mismo papel, para ver si al fin se lograba decidir. En retrospectiva, las particularidades parecían muy distintas pero el escenario no me lo pareció tanto:

Al decir “educar para (no) liberar” me refiero a la dinámica que propician los autoritarismos, dentro y fuera de las escuelas, donde el común denominador suele ser la simulación: todos estamos de acuerdo siempre. Misma que a prueba y error se va sofisticando: el problema no es estar en desacuerdo sino evidenciarlo, incitarlo, cuestionar lo (in)cuestionable.

RELEEMOS Y NOS SORPRENDEMOS

Lucinda Jiménez publicó en la Revista Nexos el artículo Ciudadanía para el buen vivir, donde entre otras cosas, sintetiza una breve encuesta que realizó en sus redes sociales:

¿Cuáles eran los principales obstáculos para el ejercicio de la ciudadanía en México?[3]

Y clasifica las 60 respuestas obtenidas en dos categorías: “las vinculadas al entorno y las que se refieren a la persona.” Al final de dicha síntesis nos reitera, brilla la misma ausencia: “Nadie habló de la simulación, ese mal nacional que también se reproduce en diversos ámbitos.”

No pude ver el final del ciclo escolar en que empecé a dar clases de inglés porque, palabras de mi jefa directa: “tenía serios problemas de conducta” y de parte de la directora general: “no me dejaba dirigir”. Tampoco vi el estreno –y única función– del montaje que asistía por recortes administrativos. Si mi salario fue el mismo desde que entré, mi trabajo reconocido por la coreógrafa y los alumnos, a quienes nadie les explicó por qué no volví después de diciembre –ventajas de tener a tus alumnos en redes sociales–, nunca entendí dónde estuvo el desajuste.

No hay que perder de vista el sesgo de origen de estas historias, ni los remiendos que la retrospectiva zurce para este artículo. Como quizá sirva también recordar unas palabras de Julio Cortázar en Instrucciones para subir una escalera:

(Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación).

Y sí, quizás no haya absolutos, pero, ¿qué no es disfraz potencial?

Referencias

1Martínez, Nurit, Desertaron al día 5 mil alumnos: SEP, El Universal, publicada el lunes 13 de enero de 2014. Consultada el 25 de agosto de 2016: http://archivo.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2014/desertaron-al-dia-5-mil-alumnos-sep-979029.html

2Alvarez, Daniel, Mural realista de laboratorio escolar, TrafficOnSage, publicado el 23 de marzo de 2015. Consultado el 25 de agosto de 2016: https://trafficonstage.org/2015/03/23/mural-realista-de-laboratorio-escolar/

3Jiménez Lucinda, Ciudadanía para el bien vivir, Nexos, publicada el 1 de julio de 2016. Consultada el 21 de agosto de 2016: http://www.nexos.com.mx/?p=28737

Daniel Alvarez Gorozpe