The Neon Demon: La belleza no lo es todo; es lo único


Las tres últimas películas del director danés Nicolas Widin Refn (NWR) se han presentado en el festival de cine de Cannes: Drive fue aplaudida; Only God Forviges fue recibida con recelo; pero su última producción, The Neon Demon, ¡causó un revuelo total! Fue abucheada y crucificada por el docto público del festival francés dividiendo opiniones.

Jesse (Elle Faning) llega a Los Ángeles con la intención de ser modelo high-fashion; su belleza es tal que empieza a conseguir trabajo, y los mejores comentarios de las personas involucradas en el mundo de la moda llegan a su alrededor por sí solos, lo que provoca la envidia obsesiva de mujeres dentro del mismo mundo de la moda, al grado de tener consecuencias devastadoras.

La analogía no es mía, pero es clara, este filme es un cuento de hadas moderno en donde la belleza es como una bestia, con grandes lobos listos para devorarte a la menor provocación en el salvaje mundo de Los Ángeles. Los derroteros de Refn son visualizados en Elle Faning, absorbida por el mundo plástico y falso de la moda, así como en Ruby (Jena Malone), una friend-enemy encantadora que cae en lo profundo de la obsesión erótica, la necrofilia y el canibalismo.

En un momento de la película, Roberto Sarno (Alessandro Nivola), el diseñador de una nueva línea de ropa, dice lo siguiente: “La belleza no lo es todo; es lo único”. Refn, quien toma voz en el personaje de Sarno, sintetiza en esa frase a la misma película: anclada en lo visual, en lo estético, en el montaje, en la composición sonora, en los detalles simbólicos y en la hiperestilización. Aun cuando el guion no sea el más profundo ni sesudo para Refn, ‒así como en el mundo de la moda‒ la forma importa más que el fondo.

El neón del demonio es la película más escandalosa que Refn ha hecho: en ella se regodea por completo de la violencia al ritmo estrobodélico de los sintetizadores, en un ballet perfectamente coreografiado por la fotografía de Natasha Braier y Elliott Hostetter, en el diseño de producción y el cuidado sonoro de Cliff Martinez.

Este ejercicio de estilo no podría ser posible sin la ayuda de Cliff Martinez, quien ha acompañado a Refn en sus anteriores películas. Tras haber trabajado en The Nick junto a Steven Soderbergh, Martínez llega a un punto de brillantez absoluta con secuencias memorables, como el desfile de modas, el performance bondage, la fantasía necrofilica y el baño en sangre.

Y si ya hablamos de las capacidades de crear momento secuencias perfectas y la gran composición estilística de Refn, ¿por qué aquí es permisible el uso de estilo sobre sustancia y en otros directores es discutible?

No creo que haya una respuesta absoluta, pero una de las grandes bondades del cine es transportar al espectador a través de imágenes y sensaciones que no se han experimentado o que te remitan a ellas. Pienso en ejercicios similares de proeza estilística como Gravity de Cuaron, Under The Skin de Glazer, o la misma Mad Max de George Miller, en donde el argumento fue señalado como somero o “pobre”, pero que no actuó en contra de la película, sino que, apoyados por sesudos ejercicios de técnica, salieron adelante como piezas que invitan a la reflexión, quizá no por sus argumento, pero si por sus componentes técnicos.

En The Neon Demon existe un control total por parte de Refn sobre todo lo que vemos en pantalla y nos remite al cine de Dario Argento, Wes Anderson o Stanley Kubrick con sus “perfect shots” en colores neón. Agreguémosle que Refn es daltónico, el manejo del color en The Neon Demon debió ser extenuante, la paleta de colores es muy específica: rojo, azul, rosa, negro, dorado, blanco y verde; sin embargo, Refn no puede distinguir más que dos de esos colores, pero específicamente pedía que fueran aplicados porque cada uno de ellos es importante para contar una historia.

La conclusión de nuestro filme (que no contaré aquí) es el motivo que ha dividido las opiniones. Es de agradecer que ejercicios estilísticos de este calibre se hagan hoy día en un mundo dominado por la pantalla verde y hombres en mallas; no importa que se vuelvan non gratos para cierta crítica especializada, la experimentación siempre será buena. Para Refn, el mundo de la moda es un mundo vacío; un mundo lleno de glitter para ocultar quien eres (o para lograr lo que quieres); un mundo de oscuros deseos que saldrán a relucir a la menor provocación.

Fernando Teodoro Gabino