Los negocios chinos en el cine mexicano, algunos usos de los “estereotipos culturales”


América o Europa, Occidente u Oriente; si de algo se ha encargado la humanidad desde tiempos inmemorables es de conocer y definir lo que lo rodea, ya fuera clasificándolo por sus semejanzas o diferencias: la raza, la geografía, la lengua, la gastronomía o la música ayudaban a crear ideas de las zonas o de sus pobladores según sus rasgos más característicos que los definían, llegando así a dotar a los otros de una identidad. Sin embargo, es justo afirmar que en muchos casos la identidad creada es sólo una simplificación de un conglomerado de elementos culturales y sociales que terminan desembocando en generalidades e ideas equivocadas.

Los llamados “estereotipos culturales” ayudan a conocer en cierta forma algo que no nos es cercano, por lo que sería una mentira decir que entre la población no se tiene una idea, aunque fuera mínima o errada, de las diversas partes del mundo, sin embargo, el error está en que estas ideas comúnmente aceptadas no profundizan o explican lo que tratan de representar. Esta situación adquiere una mayor relevancia cuando aquellos que estaban en la lejanía se adentran al país y se ven forzados a convivir con la población receptora y el alter ego que les ha sido impuesto. México, al igual que otras grandes urbes del planeta, poseé una población conformada por extranjeros, que ya fuera por la mezcla racial o meramente cultural, han dejado marca entre los mexicanos, dando origen a innumerables ejemplos del proceso en que se trata de conocer a los otros.

Elementos tan simples como los cafés de chinos, aquellas caferías baratas tan concurridas en la capital hace algunos años, nos hablan de una idea que se generó de ellos, pues se les asignó  un espacio así como también una ocupación, que en buena medida eran el reflejo de la realidad de los migrantes chinos, pues a mediados del S.XX era común encontrar a propietarios de cafeterías de ascendencia asiática. El alcance de este tipo de representaciones puede ser ilustrada con algunos filmes de producción mexicana, tal es el caso de Soy Charro de Levita (1949), protagonizada por German Valdés “TinTan”,  en la cual el actor se encuentra con sus coprotagonistas en una cafetería o lonchería, según se mire, con un encargado chino y al cuál le tratan de evitar el pago tocándole una canción con ritmo oriental [chinito chinito, no lava má lopa chinito, chinito chinito no pleocupe má…], no falta decir que Tin Tan era un cómico por lo que la escena resulta bastante hilarante. Otro ejemplo sería la película Café de chinos (1949), estelarizada por Carlos Orellano que interpreta a Chang Chong en una tragicomedia, donde éste trata de incorporarse a la sociedad mexicana llegando incluso a aceptar el catolicismo, con una particular devoción a la Virgen María. Si bien el protagonista sólo entre cerró los ojos para representar al chino, parte de sus cocineros si son de ascendencia asiática, un detalle que en verdad refleja la realidad de los migrantes chinos pues los negocios que habían sido establecidos por ellos servían como posterior espacio de trabajo para sus compatriotas.

En ambos casos la representación de los chinos puede ser hasta cierto punto simpática, ya fuera por su forma de hablar o por las situaciones en las que se veían inmersos. Por otro lado también existen caracterizaciones de ellos menos amables como sucede en las películas Operación 67 (1966) y Mafia Amarilla (1972), ambas del genero del cine luchadores y en las cuales El Santo y Blue Demon, respectivamente, deben enfrentar los malévolos planes de organizaciones criminales cuyos miembros son de nacionalización china. Para no desviar el tema, me limitare a decir que los espacios que ocupa esta hampa china; como fachada eran lavanderías y tiendas de antigüedades orientales, aunque es importante agregar que los chinos no fue un enemigo recurrente y sólo formó parte del interesante mosaico fantástico de este género.

Buenos o malos; en cafés o lavanderías, estos filmes permiten observar los estereotipos que se tenían de los chinos pues en cierta medida estos abordan sus características, sus prácticas y los lugares que ocupaban en su cotidianidad, personajes con sus inconfundibles ojos rasgados, con bigotes finos y largos en algunos casos o ataviados en túnicas tradicionales chinas en otros, estos poseían siempre algún proverbio poético que venía de grandes pensadores como Confucio y que podía describir o resolver cualquier situación de la trama de la película, aunque claro está pronunciado con mala dicción.

Dotados con cierto aire de exotismo según la observación mexicana, se creó así la idea de lo que son los chinos. Hasta cierto punto esto es un acercamiento por conocer algo que es lejano o nuevo y que se utiliza para dar ambientación dentro de las películas, sin embargo, no pasa de ser una generalización de lo que eran. En este aspecto era una realidad que existían migrantes chinos que a su llegada a México iniciaron negocios de venta de comida o del lavado de ropa, pero esto se debía a que identificaron una fuente de ingresos que funcionaba y que les permitía subsistir, es decir que si se crearon cafés de chinos o lavanderías era porque respondía a las necesidades del mercado mexicano[1], sin embargo, no podemos esperar que la totalidad de estos migrantes cumpliera con el estereotipo que se tenía de ellos.

Los anteriores ejemplos se ocuparon prácticamente de la cuestión laboral, tanto en el espacio como la práctica en sí, aunque existe una mayor cantidad de elementos que pueden ser sometidos a los estereotipos como la religión, la lengua o el aspecto físico, sólo por mencionar algunos, y que como ya se trató de explicar, ayudan a identificar a los otros, pues en parte las ideas que se generan de ellos tienen ciertos rasgos de verdad, pero hay que comprender que las ideas de los extranjeros, sean asiáticos, europeos, etc. no se puede limitar a estas primeras ideas comúnmente aceptadas y utilizadas ya que su realidad es más compleja.

Si en el siglo pasado, cuando no existían tantos ni tan variados medios de comunicación, el cine mexicano pudo difundir el estereotipo de los chinos en los filmes ya mencionados, sería vertiginoso hablar de lo que sucede hoy en día con el Internet, los videojuegos, películas y otros medios de difusión masiva. De este modo el estereotipo cultural funciona como una referencia general a algún extranjero y puede ser llevado desde una simple ambientación hasta la emisión de prejuicios  según el uso que se le sea dado.

A pesar de la posibilidad al gran acceso de información en la actualidad y en donde no es necesario viajar a otro país para verlo, escucharlo o conocerlo, es increíble que no se profundice al querer conocer a otros países y culturas, quedándose en las ideas generales que se tienen de ellos y de las cuales tanto hemos venido hablando. Un mexicano con sombrero y cactus, chinos comiendo ratas o perros, árabes con bombas; son estereotipos que de alguna forma tienen su razón de ser, pero estos tienen sus propias causas, como en el caso de los negocios de los chinos, además de que nunca pueden abarcar a la totalidad de individuos que tratan de representar.

Referencias: 

[1] Fue a finales del S.XIX y principios del XX que se da una significativa llegada de migrantes chinos a México, los cuales entraron como mera mano de obra. ” […] los chinos identificaron las necesidades primarias de esta nueva clase proletaria y se ocuparon de satisfacerlas, La gran mayoría de sus establecimientos, sobre todo en los servicios de preparar comida, lavar la ropa, reparar calzado, requirió en verdad poco capital” Evelyn Hu-DeHart, “Los chinos de Sonora, 1875 a 1930, La formación de una pequeña burguesía regional” en Los inmigrantes en el mundo de los negocios, México, INA, 2003, p.125.

César Alejandro Rodríguez Cadengo

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