Trilogía de la Revolución: ¡Vámonos con Pancho Villa!


Entre los años de 1933-1935 el director mexicano Fernando de Fuentes realizó la producción de una serie de películas que hoy conocemos como la trilogía de la revolución, porque precisamente cada una de ellas transcurre en diferentes momentos del movimiento revolucionario. Dicha trilogía se compone de los filmes El prisionero 13El compadre Mendoza¡Vámonos con Pancho Villa! Hoy, toca el turno de revisar ¡Vámonos con Pancho Villa!

Producida en el año de 1935, fue estrenada en la ciudad de México en el cine Palacio el 31 de diciembre de 1936. ¡Vámonos con Pancho Villa!  fue la primera gran producción mexicana; hecha en un principio con capital privado y posteriormente auspiciado por el gobierno Cardenista. En ella, Fernando de Fuentes desmitifica al héroe nacional, le quita la gloria y lo hace humano. Aurelio de los Reyes en su momento diría que es la película más anti-villista que se haya hecho en México.

Antes de pasar al tratamiento de la cinta me gustaría decir que ésta fue la primera en ser producida por la Productora CLASA (Cinematográfica Latinoamericana S.A.). El filme contó con un financiamiento por parte del gobierno Cardenista y del ejército nacional ‒prestando tropas, municiones, caballería, etc.‒. Por su parte, los socios de CLASA estaban ligados al régimen revolucionario, entre ellos Alberto J. Pani y Aarón Saénz.

La premisa de la película es la siguiente. Todo gira en torno a seis hombres conocidos como los ‘Leones de san Pablo’: Tiburcio, Melitón, Máximo, Martín, Rodrigo y Miguel. Ellos deciden unirse a las tropas de Pancho Villa para luchar por la mejoría de su pueblo, de sus tierras y, por ende, de sus condiciones de vida. Tras emprender la aventura revolucionaria en la cual sus ideales están ligados a la figura del Villa y no a la de la revolución, las convicciones de estos seis hombres se ven destrozadas con el paso del tiempo.

Uno a uno van muriendo al paso del tiempo en el ejército de Villa, quien en un inicio los acepta entre sus tropas mientras él reparte maíz a un grupo de indígenas y campesinos. Después de la muerte de Rodrigo en una balacera contra las tropas huertistas, Pancho Villa inserta a los sobrevivientes en su tropa principal ‘Los dorados’.

La Revolución y sus principios tiene como principal objetivo recuperar las tierras, pues se sustenta en un principio básico del hombre: alimentarse. Aunque, claro, el primero de ellos emana por parte de Villa y el segundo por parte del pueblo. En el subtexto vemos como se intenta conciliar la figura de Villa con el espectador, poniéndolo en una posición de redentor del pueblo. Sin embargo, en el largo del filme esto no sucede; la intención final es otra.

El pueblo clama por los caudillos y por la causa revolucionaria; se ve sumiso en favor de los líderes que lo representan, en éste caso Pancho Villa. Dentro de la escena en dónde él les está dando maíz para comer, claramente la composición de la imagen ‒Villa arriba del tren y el pueblo en una posición inferior‒ denota el impacto que se quiere tener en esta imagen hacia el espectador.

Los revolucionarios. Aquellos hombres que han dejado a su familia y se unen a la causa revolucionaria sin importar el destino que les espera. Hay una serie de características que reflejan la “valentía” pero derivan en un machismo trágico ‒la escena del juego de la pistola en el bar es prueba de ello‒; no tienen un compromiso con la revolución sino con la figura de Villa, lo cual queda representado en varios guiños durante la cinta, haciéndose más claro al final cuando Tiburcio queda desilusionado al ver la cobardía de Villa por el brote de viruela en el vagón del tren; éste decide dejar la lucha revolucionaria y regresar con su familia.

En este sentido, Los ideales del revolucionario son defender primero sus tierras, haciéndolo de manera aguerrida en la empresa revolucionaria. Mantiene un pacto de fidelidad y honor con el líder. Y por último, tienen claro lo que intentan hacer, saben que el problema no es su localidad o las guerras que enfrentan con otros grupos militares, saben que el problema radica en los cabecillas dentro de la estructura política mexicana

Durante la época post-revolucionaria el gobierno, a través de diferentes medios culturales, se dio a la tarea de dar una idea de lo mexicano creando estereotipos y diferentes tipos de discursos. Todos los puntos mencionados con anterioridad son reflejo claro de cómo el arte fue utilizado por éste grupo de empresarios (CLASA) y por el gobierno Cardenista para dar una idea al pueblo mexicano sobre la revolución en general, y sobre Pancho Villa en particular. Tiene que ver también con la producción histórica de su tiempo y, por su puesto, con las condiciones sociales del tiempo en que se produjo ‒el cine dentro de pocos años se convertiría en el máximo arte consumido hasta la llegada de la televisión‒.

Quizá la prueba más reacia a lo que acabo de decir es el final alternativo que De Fuentes filmó y que no se dio a conocer por lo violento de éste, y porque muestra a un Villa desalmado y sin escrúpulos. La ficción planteada se vendría abajo, el discurso perdería su impacto y la película sería rechazada en su generalidad.

El arte, como el conocimiento, es poder, porque maneja una serie de abstracciones que llegan de manera más fácil a los receptores; hay un lenguaje universal de entendimiento dentro del arte. El discurso visual para el historiador, y para el público en general, deberá ser explicado de manera contextual para entender el mayor número de significados dentro de un filme; ya sea entendiendo primero el lenguaje cinematográfico y posteriormente el discurso histórico que se encuentre dentro los subtextos de la película. Así, De Fuentes toma nuevamente partido con los derrotados: los villistas, y desmitifica a una de las figuras emblemáticas de la historia nacional al mostrarlo tímido en la escena final, y vengativo y desalmado en un final alternativo.

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Fernando Teodoro Gabino